Vivir con TDAH (ADHD)

Dicen que el primer paso para poder sanar es poder decir las cosas en voz alta.

Quizás algunos sepan o recuerden, algunos quizás no tengan idea. La cuestión es que desde los 12 años fui diagnosticado con TDAH, o trastorno de déficit de atención con hiperactividad (también conocido como ADHD en inglés). El TDAH es un trastorno crónico de desarrollo neurológico. En términos sencillos, es un déficit en la acción reguladora de varios neurotransmisores en la corteza del cerebro (principalmente dopamina y norepinefrina y bastante menor medida, serotonina), y suele durar toda la vida.

Como imaginarán, un desbalance en sustancias químicas en el cerebro provocan desajustes en un montón de áreas de la vida, de la personalidad y de las acciones de uno. Yo estuve en tratamiento por el ADHD por varios años en la infancia. Con los años, los síntomas tienden a aflojar, un poco por la medicación y otra por la maduración natural del cerebro. En mi caso, los síntomas se fueron “desvaneciendo” con los años (y digo desvaneciendo de una manera muuy liviana), a punto de permitirme funcionar como una persona normal (vamos a decirle “neurotípica“).

La cosa es que desde hace más o menos unos dos años, empecé a sentir que los síntomas estaban queriendo volver (lo que se denomina TDAH en adultos, o Adult ADHD). Y en los últimos seis u ocho meses, están casi fuera de control. Llegó a un punto tal que fue necesario para mi encararlo y verlo con un profesional, y con la eventualidad de volver a necesitar medicación para tenerlo a raya.

¿A qué voy con esto? En mi necesidad de hacerlo público, de contárselo a mis seres queridos y más allegados, como paso para poder sanar o al menos, mejorar. Obviamente, afecta áreas de mi vida y me hace proclive a arriesgar relaciones y vínculos humanos. Más allá de las oleadas de ansiedad que genera, me fuerza a una procrastinación de carácter extremo y en muchos casos, a virtualmente destruir mi memoria de corto plazo.

Es una cosa muy loca, porque siempre tuve una memoria a largo plazo privilegiada, y ahora recuerdo todos los diálogos de una película que vi hace 22 años, pero no puedo recordar si prendí el horno, donde dejé mis llaves, si pagué o no el teléfono, si cerré la puerta con traba (y tener que volver 5 veces a chequearlo), o si me piden que agarre algo, dejarlo AL LADO DE LA PUERTA PARA NO OLVIDARLO, e igual salir sin él. Ni hablar de que si me piden que haga algo, si no lo hice en esos primeros 90 segundos, mi cerebro dejó de registrarlo.

Cuelgo mensajes sin responder, a veces olvido pedidos y encargos que me hacen, y cuando no olvido que tengo que mandar mensajes o responderlos, esa procrastinación extrema me impide enviarlos, y me crea una sensación de culpa porque quiero responderlos, pero no me puedo forzar a apretar ese “Enter“.

Solo les pido un poquito de paciencia hasta que la situación se vuelva a encaminar. Tengo una libretita en la que escribo todos los días las cosas que tengo que hacer urgente ese día, y voy tachando las que puedo lograr. En muchos casos, a veces solo puedo tachar la mitad, pero eso es un buen día. Un gran avance.

Sepan: nunca es cuelgue. Estoy luchando con esto y tratando avanzar. Esto que escribí solo es un brevísimo resumen del torbellino de pensamientos que invaden mi cerebro a cada segundo. Imaginen, tardé unos 10 días en escribir este texto (técnicamente, tardé 15 minutos, pero estuve cada uno de esos 10 días literalmente sentado enfrente a la compu intentando tipear y no podía).

Y mientras escribía este pequeño textito, mi cerebro me estuvo reproduciendo un documental sobre avispas y abejas de principio a fin (¿Sabían que las abejas soportan mayor temperatura que las avispas, y cuando las avispas atacan los panales, las abejas se juntan alrededor de las avispas y se ponen a vibrar, cocinando a las avispas por dentro?).
Y mientras escribía esto sobre las abejas, EN SIMULTÁNEO y como si estuviese compartimentado, mi cerebro me mostró unas recetas de como hacer pollo relleno, because WHY THE FUCK NOT.

Cerebros neurodiversos, vio?

Nada, eso. El primer paso para sanar es poder decirlo en voz alta y no guardarlo. Quizás postee algunas cosas más al respecto, un poco en modo de catarsis, otro poco con la intención de ayudar a alguien más, y hacer un poco de concientización sobre el TDAH en adultos. Si sospechan que algún amigo o familiar puede llegar a tener la misma condición, los tratamientos suelen funcionar. Que lo interiorice y pida ayuda.

Saludos mis bellos. Los quiero

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