Las Viejas Leyendas – Wötan: The Untold Story

Acercándonos al lanzamiento de los primeros singles y los primeros capítulos de Wötan: The Untold Story, pensé que este sería un excelente momento para compartir un nuevo extracto de la novelización.  El siguiente es un extracto del capítulo 7, donde Gundahar el Viejo cuenta en una fogata comunal sobre Unghurion, la legendaria Eisenspeer y la fundación del Reino Unghur.

»Desde tiempos inmemoriales, según cuenta la leyenda, las sierras que rodean al lago Königssee ha sido el puesto ancestral del reino de los Unghur. En los tiempos del mito, el gran Emmeric el Fundador y sus coterráneos emigraron desde el norte buscando un nuevo mañana, y tras meses de largas travesías, encontraron tierras inhabitadas sobre los esteros del lago, donde crearon el primer asentamiento. Y vivían pacíficamente, viviendo de la caza del jabalí, la pesca y la agricultura… hasta que los celtas llegaron.

»Los bárbaros estaban rápidamente conquistando y ocupando la región, desplazando o aniquilando cualquier habitante pre-existente, y los esteros del Königssee no serían la excepción. Belicosos, castas guerreras y sacerdotales fundidas en una sola, con intenciones de quebrar la paz que con tanto ahínco los germánicos habían logrado mantener. En manada llegaron, montando sus caballos, lanzándose desnudos contra sus enemigos, gritando a viva voz, con sus salvajes cabellos rubios y cobrizos al viento, y sus barbas enmarañadas y desprolijas.

»Los germánicos, versados cazadores, eran expertos arqueros, pero los celtas llegaron con pieles metálicas, vestiduras de hierro que las flechas y las lanzas no lograban penetrar. Los muros de roca que Emmeric había erigido contendrían a los gálicos durante un tiempo… ¿pero hasta cuándo?

»Las batallas fueron brutales, cruentas y duras durante años, con incontables pérdidas por parte de ambos bandos. Hasta que un día, un héroe surgió del polvo. Cuentan las leyendas que el suelo tembló y se abrió de par en par el día que sus pies se posaron en estas tierras.

»Un gigante, de más de cuatro metros de altura, de largos cabellos rubios y una barba dorada pronunciada, empuñando una colosal lanza hecha enteramente de hierro fundido, tres veces más larga que el gigantesco leviatán y al menos medio centenar de kilogramos de peso.

»Su nombre era Unghurion. Y su lanza, la legendaria Eisenspeer, forjada y temperada en el mismísimo corazón de la Baviera.

»Unghurion era imparable. Las compuertas se abrieron y el gigante se lanzó a la batalla. Los celtas, aterrorizados, se aglutinaron en un círculo cerrado, con la esperanza de poder soportar el terrible embate del monstruoso germano; pero no había nada que pudiesen hacer. Uno por uno, Unghurion se encargó de abatirlos como si de meros insectos se trataran. El Eisenspeer era el arma idónea para conseguirlo: un solo barrido podía partir a un ser humano en dos.

»En cuestión de minutos, Unghurion aniquiló la resistencia celta, y aquellos que aún se encontraban con vida se rindieron a sus pies, esperando temblorosos la muerte.

»Pero Unghurion tenía otros planes: les perdonó la vida, a todos y cada uno de ellos. Los habitantes de estas tierras solo deseaban vivir en paz, y una masacre iría completamente en contra de tal deseo; y, por supuesto, podría provocar y desencadenar la ira de los galos vecinos e incitarlos a un nuevo ataque, con la consecuente pérdida de vidas humanos.

»Y luego, ocurrió lo impensable: les ofreció asilo y vivienda a los sobrevivientes; la oferta de volverse uno con su pueblo y de vivir el resto de sus vidas en paz y armonía. Inicialmente, los bárbaros se mostraron reticentes, expectantes de una cruel ejecución puertas adentro, pero luego de una acalorada deliberación, aceptaron la propuesta del inmenso coloso. Unghurion fue proclamado un héroe y recibido con todos los honores dentro del asentamiento.

»Una vez concluidas las cruentas matanzas, el pueblo prosperó. Los celtas tenían libertad de profesar su religión, y prontamente sus costumbres se fueron fundiendo con la de los germanos.

»Los galos aportaron grandes contribuciones en términos de tecnología, especialmente en las áreas de herrería y de la extracción de minerales de las montañas, las cuales eran excepcionalmente ricas en hierro, cobre y oro. Los galos eran grandes forjadores de armas y paulatinamente fueron introduciendo en la sociedad los secretos de sus armaduras: unas chaquetas compuestas completamente de anillos de hierro entrelazados, a los que ellos llamaban “maille”.

»El asentamiento fue creciendo más y más, y tras ampliar sus límites administrativos, el nuevo pueblo proclamó a Unghurion como su rey, dando inicio así al Reino Unificado de los Unghur, en honor a su máximo héroe. Gracias a la gran influencia celta, los Unghur se fueron tornando más y más belicosos, y mientras que no tenían afanes de conquista, defendían ferozmente su reino de cualquier atacante. Y como ocurrió Con los invasores celtas originarios, se les ofrecía a los sobrevivientes la posibilidad de integrar y formar parte del Reino de los Unghur para vivir en paz.

»Tras varias generaciones de mestizaje y cruzamiento de razas, la población Unghur ya no podía ser catalogada como germánica o celta, si no que era el producto de un intercambio constante de costumbres, religiones y lenguas. La lengua nativa de los germánicos originarios fue lo que menos alteraciones sufrió, lo cual no significó que se mantuviera inmutable; todo lo contrario, muchos términos y definiciones galas fueron añadidas a la lengua Unghur, convirtiéndose así en una mescolanza híbrida. Y por siglos, el Reino Unificado de los Unghur vivió en paz.


La historia continúa, pero no soy partidario de postear spoilers. Este capítulo será lanzado alrededor del tercer single.

Hasta entonces!

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